Clásico es clásico, y así se demostró una vez más a pesar que La Liga está sentenciada. Barcelona y Real Madrid se enfrentaron en el Camp Nou dejando ambos el pellejo y jugándose la vida en un partido donde el orgullo es lo que prevaleció.
Partido loco con idas y venidas, que hacía que cayeran los goles de cada equipo cuando menos dominaban, Cristiano apareciendo para poner el empate al gol de Suárez que presagiaba una victoria temprana del local. Luego apareció el genio de Leo Messi para configurarse un golazo, ripostando Bale con otro golazo.
En el medio duras entradas, discusiones en el campo, polémica tarjeta roja a Sergi Roberto por agresión a Marcelo tras una disputa sin balón, una dura falta de Sergio Ramos ya amonestado con los tacos a la pantorrilla de Umitit que el desastroso árbitro ni vio. Posible penalti a Marcelo, codazo en la cara de Ramos a Suárez… y así un sin fin de jugadas discutibles que calentaron un partido que le quedó grande al del silbato.
El Barcelona tuvo que reacomodarse para jugar todo el segundo tiempo con diez en el campo. Sacrificado Coutinho para ingresar a Semedo y completar la defensa con cuatro hombres, Paulinho por Iniesta, Rakitic y Bousquet, se multiplicaron para darle estabilidad y juego a los únicos delanteros (Suárez y Messi) con los que atacaban en un partido roto. Por su parte el Madrid dejó a CR7 en el banco por un golpe al tobillo en la jugada del gol planteando más control de la pelota y por más tiempo intentando la iniciativa sin inquietar formalmente a Ter Stegen.
Barcelona y Madrid regalaron un duelo épico que dejó un resultado de 2-2 que le sirve al campeón de Liga aumentar su invicto de todo el torneo.
Al final «auto pasillo» generado por el staff técnico para despedir a la plantilla blaugrana mientras el público presente celebraba el partido, el resultado y la Liga obtenida la semana pasada.